martes, 15 de mayo de 2007

Jueves, 26 de abril de 2007

Arzúa - Santiago de Compostela

Dist. Recorrida-->41,53 kms
Vel. Media--> 14,6 kms/h
Tiempo de pedaleo--> 2,49 h

Hoy es un día especial. Esto se termina (¿o quizás empieza?), y se nota que nos apetece alargar esto lo máximo posible. Tranquilamente salimos del albergue, y mirando hacia arriba vemos que hoy parece que vamos a mojarnos menos. Aún así los chubasqueros están a mano, y las fundas de las alforjas bien colocaditas. A un paso, en la plaza, desayunamos. Un cafelito y dulce. Hoy quedan pocos kms, y según los perfiles, son sencillitos.

Sobre las 9:30 estamos pedaleando. El paisaje sigue siendo muy gallego, pero menos cerrado. Los eucaliptos aquí han dominado a los carballos, pero las subiditas siguen siendo las mismas. Quizás por sentir la meta tan cerca, los rampones que aparecen a la vuelta de cualquier curva parecen menos duros, o quizás sea que ya no presto atención al esfuerzo de las piernas.
Antes de darnos cuenta estamos subiendo Monte do Gozo. Son las últimas rampas fuertes de nuestro Camino. Después de 800 kms casi que no quieres que terminen.
Allí, como no, fotito. Y de nuevo mirada al cielo. Ahora la cosa se pone fea, está muy cerrado, hace viento y junto al monumento al peregrino Juan Pablo II hace más frio del que me gusta. Así que de nuevo sobre la bici. Sin apenas dar una pedalada estábamos junto al cartel que indicaba la entrada en la ciudad.
A partir de ese momento a mi se me instaló una sonrisa rara en la cara... que se enfatizó cuando llegamos a la plaza de Obradoiro. Todo lleno de peregrinos, gente tocando la gaita, muchos turistas. Eran las 12:45 y ya estábamos allí. Cualquiera me decía esto a mi hace 14 días. 3 días antes de partir Javi me confirmó que no podría acompañarme; el primer día rompí las alforjas, el segundo la bici dijo "hasta aquí"...............y ahora tenía la Catedral de Santiago frente a mi. Después de 800 kms en coche, y 810 en bici. La sensación de felicidad, orgullo, o lo que fuera aquello fué otra de las experiencias para no olvidar del Camino.

Cuando bajamos de la nube fuimos en busca de la oficina del peregrino, donde de nuevo nos encontramos con nuestro amigos aragoneses. Ellos habían llegado un día antes.
Una vez con la Compostela en la mano, Alberto y Álvaro fueron en busca de un hostal donde quedarse, ya que hasta el sábado no salía su tren. Yo, que había quedado con mi primo Jose por la tarde, busqué donde guardar la bici y las alforjas unas horas (en la misma oficina del peregrino te la guardan bajo llave por 1 €) y también donde donde poder asearme. Frente a la oficina, en un hostal puedes ducharte por 5 € (y con toalla, otro lujo del Camino).
Mientras mis amigos tudelanos se establecían, aproveché para dar un paseo por el casco viejo de Santiago, y como no, visitar la Catedral. Precioso. Me recordó a Cáceres, pero más oscuro. Visité a Santi, al que transmití unos recados que me habían dado para él en Extremadura. Mi viaje no ha sido religioso en lo más mínimo, pero lo prometido es deuda y me acordé de aquellos que me lo pidieron, y de algunos otros que no lo hicieron, que sé que lo hubiesen deseado.

Al poco, de nuevo reunidos los 3 bicigrinos fuimos en busca de lugar dónde comer. Iba a ser nuestra despedida (aunque no lo sabíamos), así que paella de marisco, ensalada, ribeiro....................................y 40 € por barba. Satisfechos, nos separamos. Yo había quedado con mi primo y su familia, y ellos iban a dar una vuelta por Santiago. Quedamos en vernos al día siguiente en la misa del peregrino.

Ya con mi primo, pude ver más en profundidad el caso viejo y sus pubs. Muy bien integrados en los edificios centenarios y muy acogedores. Después de ir en busca de la salocleta nos encaminamos hacia el piso de Jose, y de allí a ver al resto de mi familia.

Y por la noche, y para que mi mal acostumbrado estómago no protestase, fuimos a ponernos como el kiko de comer. En la Rua San Pedro está el restaurante San Clodio (cuanto santo junto!!!). Allí entre los dos nos metimos una parrillada de ternera (churrasco), que yo aún dudo si era ternena o ternera y media. Qué barbaridad, cuánta comida junta. Eso sí, las dos botellas de mencía que lo acompañaron, ayudaron mucho a digerir "el aperitivito". Y bueno, como había que aprovechar que uno no viene mucho a Santiago, nos fuimos a ver cómo es el ambiente nocturno de esta ciudad. De nuevo repito, se me parece a Cáceres. Los jueves deben ser iguales en todas las ciudades universitarias. Una "marcha" muy sana que invita a hablar con todos y conocer gente nueva. Pero todo tiene un límite, y a las 4 de la mañana, mi cuerpo acostumbrado a irse a descansar a las 22:00 dijo que basta.

A las 9 de la mañana ya estaba en pie. Jose ya se había marchado a trabajar (pronto te veré primo, y gracias por ser mi anfitrión) y yo me dí una vivificante ducha. Noté que algo no iba bien del todo; estaba a las puertas de un resfriado importante.
Una vez recogí y volví a montar por útlima vez las alforjas, puse dirección a la estación de trenes, donde de milagro alquilé un Toyota Yaris. Metí la bici y tomé una decisión; tenía que salir para Badajoz cuanto antes. No me encontraba muy bien y el viaje era largo. Si salía después de la misa del peregrino llegaría de madrugada a Badajoz. Lo malo fué que no pude despedirme en persona de mis amigos Álvaro y Alberto, y así poder darles las gracias por darme compañía y por hacerme pasar unos ratos tan magníficos. No olvidaré estos días, ni mucho menos a ellos. Gracias.

Y poco más. En algo más de 8 horas estaba en casa, añorando ya el no desplazarme en bici, y babeando cada vez que veía a un peregrino haciendo la Vía de la Plata.....................

Seguro que con mis amigos de Ager podemos organizar alguna cosilla, pero eso ya será el año que viene.

Salud(os) y gracias a todos por vuestros comentarios y por leerme. Estos días he notado el cariño de mucha gente, y quizás sea la mejor de las experiencias vividas. Desde lejos he conocido aún más a los amigos que tengo cerca.

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